20 de enero de 2009

hay tanto que decir...


Hace once días que no he puesto nada. Demasiadas cosas personales que resolver y, al mismo tiempo, muchas cosas sobre las que escribir. Tantas que, en los pocos ratos libres que he tenido, no he sabido ni por dónde empezar ni en cual centrarme, así que esto, sumado al cansancio y, a la vez, a la rabia que producen ciertos acontecimientos, me ha provocado una especie de letargo mental para abordar cualquiera de ellas antes que hacerlo sin rigurosidad.

Quería escribir sobre el genocidio que está cometiendo Israel con el pueblo palestino con la excusa de defenderse de los ataques terroristas de Hamas, asesinando niños, mujeres y ancianos en una guerra que escandaliza al mundo pero que nadie hace nada por detener, salvo los consabidos mensajes “disuasorios” al Gobierno israelí.
Parece mentira que un pueblo que sufrió el mayor holocausto conocido de la Historia, con más de seis millones de muertos, esté masacrando a civiles indiscriminadamente con el encubierto beneplácito de la mayoría de potencias occidentales, las grandes proveedoras de armas en todos los conflictos bélicos que asolan el planeta.
Las mismas potencias que vuelven la vista hacia otro genocidio más sutil sin derramamiento de sangre, en el que no hace falta tirar una bomba o apretar el gatillo de un arma, como es el embargo económico al que Estados Unidos tiene sometida a Cuba con la excusa de castigar al régimen castrista y que realmente sólo perjudica a la población civil que carece de los bienes más primarios para una subsistencia digna… pero utilizando parte de su territorio soberano, Guantánamo, para tener un campo de concentración, en el que se incumple la Carta de Derechos Humanos.

Quería escribir sobre la salida, por fin, de Bush de la Casa Blanca y de las esperanzas que puede despertar la presidencia de Obama, y no sólo en su país sino en gran parte del mundo. Hay dos guerras activas, provocadas por ese saliente impresentable, que hereda el ya nuevo presidente: Irak y Afganistán, en las que Bush empringó a Gran Bretaña y España con la falacia de unas armas de destrucción masiva que nunca se encontraron.
Hereda también una crisis global que ha endeudado a USA en dos billones de dólares por la mala gestión económica de su predecesor, y que afecta a todo el planeta, haciendo bueno el dicho de que cuando Estados Unidos estornuda los demás nos constipamos; aunque en este caso más bien parece que en vez de un estornudo es todo un catarro y los demás estamos al borde de la neumonía.

Quería escribir, ya a nivel local, de las salidas de tono de la alcaldesa Barreiro, aunque sus acólitos la aplaudan, que culpa a Zapatero de que tiene hasta final de año para ejecutar las obras a las que el Estado ha asignado fondos, previa solicitud de las mismas por los ediles en el poder del gobierno municipal, con las molestias que ello causará a los cartageneros. Zafia excusa partidista para seguir enfrentando a las gentes, cuando la única molestia que tenemos los ciudadanos aquí es ella misma porque en casi catorce años no ha hecho casi nada, salvo “lo que ve la suegra”, y ahora parece que le molesta que le metan prisas, además de que me parece de un cinismo absoluto que una señora que está en su cuarta legislatura y que tiene paralizadas, o con grandes retrasos, obras de envergadura desde ni se sabe cuando, se ponga a realizar proyectos nuevos totalmente innecesarios y que serán caóticos para la vida cotidiana –cómo la remodelación de la calle Real a su antojo, de dudoso por no decir pésimo gusto, vistas otras obras anteriores aprobadas por ella- en vez de destinar fondos para terminar de una vez por todas, por ejemplo, el Auditorio, el Palacio de Deportes o la puesta en valor Anfiteatro romano, en el que no se trabajaba desde hacía casi cinco años, además de acudir a las necesidades de Barrios y Diputaciones del Municipio, que tiene a la playa de Los Urrutias, por poner otro de los ejemplos más sangrantes, hecha una auténtica porquería tercermundista.

Quería hablar, al hilo de la expresión del párrafo anterior, de ese concepto de Tercer Mundo que hemos acuñado las naciones ricas, hoy –por esa crisis- empobrecidos sus ciudadanos de a pie que los políticos siguen viviendo a todo tren de nuestros bolsillos, porque es denigrante que habiendo países en los que la gente muere de desnutrición, en nuestro “Primer Mundo” se destruyan los excedentes de cosechas para que no caigan los precios. Precios que realmente benefician a los intermediarios y no al agricultor, al que se le compra por una miseria para que el valor final en el mercado se haya multiplicado por cantidades astronómicas que pagamos, en doble sentido, los consumidores porque hay que seguir comiendo.

Quería hablar del racismo y la xenofobia que se respiran en todos los ámbitos, sea en la calle, en los periódicos y sus foros, en según que tertulias televisivas, radiofónicas o de conocidos… siendo escandaloso haber llegado hasta leer o escuchar que Israel hace bien en matar a esos “moros de mierda”. Y después nos decimos “civilizados” con la boca llena.

Quería hablar de todos esos insensatos sin capacidad de autocrítica que, por defender a las siglas de su partido, se convierten en cómplices morales –hasta dónde conduce la ignorancia- de políticos acusados de presunta corrupción o incluso ya imputados en delitos de prevaricación, justificándoles por el mero hecho de ser de unas siglas u otras.

Quería hablar de tantas cosas que al final no he hablado de ninguna en estos once días. Cada una de las citadas anteriormente se merecía un comentario en exclusiva porque dan para decir mucho; pero llega un momento en el que te quedas en blanco, con la sangre hirviendo y la cabeza embotada para desarrollar cualquiera de ellas con todo el rigor que se merecen.
Sirva esto como un esbozo, un tanto a vuela pluma, porque no descarto retomar cada tema, uno por uno.

Es vergonzoso que nos creamos superiores porque tenemos una renta per cápita más alta que muchos países y más productos de consumo a nuestro alcance, y vergonzante es que los que tienen conciencia de tantos despropósitos e injusticias se callen por comodidad o cobardía... pero estoy más que seguro, completamente convencido, de que si a esos que se consideran seres de una raza privilegiada y superior les hiciéramos un test o una encuesta sobre civismo y cultura, entre estos ciudadanos “de primera” muchos habrían de volver a estudiar Primaria en el colegio, remachándoles sobre todo en la asignatura de Ética, con la obligatoriedad de pasar examen cada año de sus vidas para que no se olviden de que los principios morales no son de quita y pon, según pinten los intereses particulares, o las ideologías extremas, sean religiosas o políticas, más próximas a un fundamentalismo radical y trasnochado que a la realidad del siglo XXI.

© P.F.Roldán

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