13 de diciembre de 2008

versos de la espera


Te quiero,
siento que te quiero,
y callo para no perderte
y finjo y fingiré,
-hasta que aprendas a amarme-
que no siento lo que siento

Te espero,
sabiendo que no quisieras que te esperara
aunque sin querer lo esperas,
-tan grande es tu duda,
tan enorme tu desconcierto-
para hacerme tuyo,
sin que sepas que ya te siento mío,
porque ya te llevo dentro,
yo, guardián de tus secretos,
cómplice de tus anhelos,
–tú, inalcanzable cielo hoy
al que tiendo mis manos
mientras raudo entras en mi vida–,
descifrando tus recónditos misterios.

Y ya te quiero,
sí, te quiero,
y no supliques que renuncie
porque no me arrepiento,
aunque, sin huir, huyas,
cada día, cada noche,
noqueado por lo inesperado
del sosiego que te ofrezco.
Y, queriéndote, no me duele
la inexistente herida que abriría
el contradictorio vaivén de tus deseos
que sólo habita en tus temores.
Temor que yo no siento.

Y sé que me querrás,
aunque creas hoy difícil quererme,
-qué tópicos los prejuicios,
qué lógicos los miedos-
y que todo es cuestión de tiempo,
sólo tiempo,
para vencer las paradojas,
que como coraza llevas dentro,
para reconocer que hay en mí
la paz que hasta ahora te faltó
y que añoras desde siempre
en el mundo de tus sueños.

Dame tus manos, pues,
para que lea en ellas nuestro destino;
dame tus labios
para poner en ellos el futuro...
pero no hay prisa, amor,
-desde el silencio aguardo-
para que la incertidumbre que aún sientes
por ser yo quien soy
-quien nunca fue esperado-,
se desvanezca en el olvido,
mientras encuentras el camino
que te lleva hasta mis brazos,
a tu país de las hadas,
a tu futuro soñado.

© P.F.Roldán

Jorge Drexler:La Edad del Cielo

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