10 de diciembre de 2008

cae la noche... se hace el color


En un par de horas comenzará el silencio. Para entonces, habré conversado contigo entre decenas de risas, porque tienes el don de hacerme reír con tu sentido del humor, y me pondré a imaginar de nuevo colores en la oscuridad. Me alientas a que lo haga, que no tengo nada que perder, que coja confianza en mí y salte…

Es curioso que siendo tan seguro para tantas y tantas cosas, en lo que se refiere a cuanto hago, -sean mis prosas, sean mis dibujos- tengo desde hace muchos años una barrera hecha de inseguridades que, sin ánimo de justificarla, sé que ya sólo está dentro de mí pero me cuesta traspasarla por no sé que atavismo sin sentido.

Y es que para justificarla tendría un montón de argumentos, pero, si lo pienso, todos acaban, en tiempo presente, cayendo inconsistentes por su propio peso porque pertenecen al pasado; así que de qué sirve seguir aferrándome a ellos, aunque sea inconscientemente. No vale lo de decir que tuve ese dilatado pasado en el que me hicieron dudar de lo que hacía. Unos porque me reprochaban ferozmente su inutilidad, que nunca llegaría a ningún sitio, que perdía miserablemente el tiempo. Otros porque, aun diciendo que les gustaba al mostrárselo, se desinteresaban instantes después, como si les enseñaras un suéter nuevo y no les llegara que les querías transmitir algo, con lo que perdía bastante de su sentido lo que hacía. Y quienes lo miraban con indiferencia porque no les interesaba lo más mínimo que alguien pudiera hacer algo que ellos no harían nunca o porque ni sabían apreciar lo que veían sin detenerse a mirarlo.

Eso desanima a cualquiera, sobre todo cuando era un tiempo en el que había circunstancias demasiado adversas que urgía solventar; pero ¿por qué no he sido capaz de pensar en todo este otro tiempo que aquello quedó atrás? ¿Tanta mella causaron aquellas actitudes que aún hoy sigo debatiéndome entre si tiene valor o no lo que siempre he hecho porque me nace de bien adentro? ¿Acaso no lo tiene ya por el sólo hecho de ser parte de mí?

Es la única secuela de la que no he logrado librarme en estos años, aunque haya superado cosas infinitamente peores. Y, de repente y sin esperarlo, me empujas, me incitas, me insinúas que abra una puerta, quizás la única, que he tenido cerrada porque tal vez no había encontrado alicientes para volver a cruzarla, ni siquiera pensando en mi propia alegría de poder crear.

Uno se escuda en que tiene otras expectativas más gratificantes o en que está saturado por otras cosas; pero lo que en realidad subyace es la falta de confianza en sí mismo para retomar lo que en otro tiempo tanto satisfizo.

Y me he decidido a sacar todos los bártulos que preciso para ponerme de nuevo manos a la obra… Sé que no empezaré hoy, pero a su sola vista llegará el momento en que me entre el deseo irrefrenable de volver a cogerlos para dar rienda suelta a mi imaginación, a las ganas de plasmar en un papel todo lo que me apetece decir con imágenes salidas de mis propias manos.

El silencio de la noche está al caer. Siempre ha sido buen compañero para escuchar sin interferencias lo que hay dentro de mí, pugnando por salir, sin que nada dé alas a los miedos, a las dudas, cuando me encare a solas a esa hoja en blanco y empiece a surgir, color sobre color, todo lo que quiero expresar para que alguien sepa mirarlo, sentirlo y compartirlo...

Algo me dice que he entreabierto esa puerta y que quiero volver a entrar y encontrarme con esa parte de mí, la única, que no he sacado en mucho tiempo aunque me lo haya planteado alguna vez, dando carpetazo tras esbozar simples trazos porque seguía varado en viejos complejos, más imaginarios que reales a estas alturas si me detengo a pensarlo.

Tu convicción se hace mi convicción.
A veces sólo es necesario que alguien, con firmeza, te saque de esa apatía -en la que caíste porque llegaste a sentir que nadie creía en lo que hacías, llenándote de inseguridades absurdas- sólo con decir que ante todo confíes en ti antes que en los demás y que ya basta de guardar por los cajones lo que, aunque algunos no lleguen a valorar, también forma parte de tu mundo y has de expresarlo con todos los medios a tu alcance. El triunfo no es ser reconocido por nadie; es hablar como sabes hacerlo con un don que se te dio y has estado desperdiciando.

Los lápices me esperan tras años de abandono. Mi cabeza empieza a bullir.

© P.F.Roldán

Sinead O'Connor:Thank You for Hearing Me

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