21 de noviembre de 2008

¿estoicismo vs. los límites de la paciencia? (y 2)


El domingo 16, escribí sobre el estoicismo y la paciencia. Quería encontrar una solución que no fuera ni agresiva –que no es mi forma de ser con la gente- ni ofensiva –para quien pueda ofenderse con un quítame allá esas pajas-. Suelo ser paciente, por muy agobiado que me sienta, hasta que encuentro una fórmula que no haga daño gratuitamente y a la vez que no vaya contra mis principios. Y el martes 18, a media tarde, la encontré vía sms, lo que me evitaba una llamada y, con ella, otra larga charla de escuchar estupideces… (Aunque ahora, después de saber lo que sé y quiero contar, quizás habría sido más drástico.)

“Perdona si no he contestado antes a todos tus mensajes. Fin de semana fuera. Mentalmente estoy agotado. Necesito un pequeño aislamiento temporal. Espero que lo comprendas. Hasta pronto.”

¿Respuesta?: “OK. NO PROBLEM. ABRAZO”.

Y eso terminó de darme la medida de lo que los demás le importan al individuo éste. Ni una sola palabra de ánimo, o de inquietud por mí, tras más de un mes de aguantarle. Cuatro palabras nada más. Pero es que había encontrado ya sustituto como ahora se verá.

He de insistir de nuevo en que el destino es sabio y en que no creo en las casualidades. Mira por donde, la noche del miércoles me presenta un amigo a un conocido suyo que, a su vez y a lo largo de la conversación ante unas cañas, saca a relucir el tema sobre un individuo que encajaba completamente con el iluso desequilibrado que me había puesto del hígado durante semanas. Cómo ese tipo el día anterior había contactado con él –de ahí que se permitiera el lujo de pasar olímpicamente de mí- a través de un conocido común, teniéndole casi cuatro horas colgado del móvil, contándole sus “inquietudes” sobre si acabaría comprando un Ferrari descapotable, si acabaría comprando un tríplex en la playa, si le convenía más mengano o zutano, si tenía un espíritu vagando por su domicilio actual… y también esa misma mañana del 19, en la que ya no había dudado en despacharlo con cajas destempladas, había vuelto a la carga con los mismos temas y dándoselas de clarividente que necesita que alguien le reafirme en sus intuiciones de las que no duda pero necesita confirmación…

Este chaval, automáticamente, llamó acto seguido a quien le había dado su teléfono al obseso -y a quien también conozco, mira por donde- el cual le confirmó que, aun sabiendo que había hecho mal, se lo había proporcionado porque el otro le suplicó que ya que él no quería o no podía ayudarle, que le pusiera en contacto urgentemente con alguien que echara las cartas, o fuera vidente, o fuera capaz de predecir porque seguía desesperado “por saber” sobre su futuro…y como no tenía manera de quitarse de encima a ese tipo, que meses atrás -antes que conmigo- se había estado cebando con él con las mismas soberanas estupideces, terminando por sacarle también de quicio, y ante el temor de que volviera a las mismas andadas otra larga temporada, después de no haber sabido nada de él en mucho tiempo, en un acto reflejo e inconsciente, le había pasado el teléfono.

La conclusión de este chico, al contarle después mi experiencia, es que ese tipejo es un adicto, con delirio paranoide, a las “-mancias”, sean cartomancias, quiromancias, o cualquier otra arte adivinatoria capaz de predecir el futuro, no quedándose nunca satisfecho si las respuestas no son las que pretende escuchar, y que anda detrás de unos y otros, esperando que se le confirme lo que se ha propuesto como iluso futuro a su vida vacía. Una vida en la que cabe de todo menos trabajar y plantearse unos objetivos realistas. Pero aún hay más porque, siendo el mundo pequeño y los desequilibrados de este tipo bien conocidos en según qué círculos, esa tarde había comentado también todo esto con un amigo y le había dicho que conocía también al susodicho vampiro energético; que él también se lo quitó de encima y que le aconsejaba que rompiera todo contacto porque es una persona oscura que sólo puede causar quebraderos de cabeza. Que cuando se queda sin dinero, algo más que frecuente, se prostituye o hace de escort, con derecho a roce, a gays maduros que se lo llevan a sus viajes al extranjero. Lo que sea menos buscarse un trabajo digno.

Ya intuimos, entre sonrisas un tanto impías –cuesta ser piadoso con gente de esta calaña-, como quiere obtener el descapotable o el gran chalé.

Encontré explicación, pues, a muchas cosas de lo sucedido durante las últimas semanas y lo que tuve más que decidido al regresar a casa es que le denegaba la admisión a mi website para no volver a recibir mensajes suyos y que lo borraba de mi messenger, no sin antes copiar el historial de nuestras charlas para que nunca me pueda llamar mentiroso aunque haya quienes me avalen por haber padecido lo mismo, porque al no cerrar nunca mi ordenador estoy siempre vendido a que me vea conectado y, por tanto, expuesto a que trate de reiniciar sus monólogos agotadores. Si llamara al móvil -cosa que no es improbable cuando transcurra un tiempo y no haya encontrado otra víctima- nada más fácil que darle a la tecla de colgar. Es tan mezquinamente orgulloso que no repetirá la llamada.

No. La paciencia no es que tenga límites, concluyo. Lo que tiene un límite es soportar -por bondad o lástima, y aunque sea estóicamente- a cierta clase de individuos, que a Dios gracias son uno entre muchos miles, más semejantes a ciertas alimañas y con los que –como única medida resolutiva- hay que poner tierra de por medio como lo haríamos ante una serpiente de cascabel, dejando que sigan viviendo en sus desérticos hábitats, antes de que suframos una mordedura fatal.

© P.F.Roldán

Ethel Castro:Veneno para las hadas

No hay comentarios: