3 de septiembre de 2008

por qué el auge del modernismo en Cartagena



Desde el 12 de julio de 1873 al 6 de enero de 1874, Cartagena se erige en defensa del federalismo, uno de los principios básicos en los que se había cimentado la I República, pero sin ánimo de llevarlo a la práctica porque eso conllevaba implícita la descentralización que suponía dejar de vivir a expensas de los dictados de la Capital.

Junto a Cartagena, otras muchas ciudades secundaron el cantonalismo, si bien o pronto fueron tomadas o no opusieron resistencia alguna a las tropas centralistas. Fue el caso de Cádiz, Murcia, Alicante, Valencia, Málaga, entre otras…
Cartagena fue la única que prosiguió su andadura, que no era el separatismo de España sino al contrario; sólo se quería que se aplicara la Constitución republicana y, a día de hoy, puede considerarse aquel alzamiento como el germen del Estado de la Autonomías, sin que estas lleguen al federalismo, que sí era una premisa legal y lícita entonces, pero que chocaba contra intereses políticos y pérdida de poder, como siempre.

La respuesta de Madrid a esta sublevación cartagenera fue una masacre. El gobierno central mandó a sus mejores generales con tropas bien pertrechadas a tomar Cartagena, llegando a lanzar sobre la amurallada ciudad 1.200 proyectiles al día. Como consecuencia, miles de muertos, y se bombardearon hasta los hospitales; bombardeos que se intensificaron día y noche sin pausa, ante una ciudad bien protegida por castillos y baterías, y defendida con coraje hasta el punto de que, cuando la ciudad claudicó, después del bombardeo que destruyó dos terceras partes del parque de Artillería, en enero de 1874, dentro de la ciudad 327 edificios han sido destruidos totalmente, 1500 sufrieron grandes destrozos, quedando inhabitables, y sólo 27 edificios resultaron ilesos en el casco urbano, siendo sólo medio habitables alrededor de 500, bastante dañados también.

Cartagena, una vez más había sido asolada hasta sus cimientos y sólo sus ciudadanos, los que lograron su supervivencia a la hecatombe, una de las mayores de la historia de la ciudad, la harían renacer por enésima vez de sus cenizas.
A quien no conoce la Historia le extraña que una ciudad trimilenaria no posea grandes monumentos de tan dilatado pasado, pero ¿qué puede quedar tras tanta barbarie? Había que enterrar a los muertos; desescombrar las ruinas, empezar a construir alojamientos para la exigua población que había resistido el asedio o iba regresando tras su huida o evacuación.

Es ya en la última década del siglo XIX cuando, con el auge de la minería en La Unión, los más favorecidos comienzan a construir lo que aquí llaman casas-palacio (las de Pascual de Riquelme, Pedreño, Cervantes, Maestre, Fuentelsol, Spottorno, Clares, Llagostera, Dorda, Bofarull,...), la Iglesia de la Caridad , las Escuelas de la Casa del Niño y las Escuelas Graduadas, primeras en España como elogió Unamuno, y el nuevo Palacio Consistorial terminado en 1907, recurriendo a arquitectos como Oliver, Mancha, Rico-Valarino y Beltrí, por excelencia el más modernista de todos y el que más nos dejaría de su buen hacer. De hecho ya está formada la Comisión Beltrí 2012 para conmemorar su aniversario.

Cuando los cartagineses la fundaron, la bautizaron como Qart-Hadast o “ciudad nueva”, topónimo que conservó durante la romanización como Cartago Nova. ¿Es su sino, pues, ser siempre una ciudad nueva que nunca terminará de construirse?

Así, en esta ciudad todo es casi de relativo nuevo cuño, aunque, con la puesta en valor de tantos yacimientos arqueológicos, ya no sólo contamos con lo que se construyó en los primero decenios del siglo XX. Podemos enseñar el Teatro Romano, las Termas, el Augusteum, la Casa de la Fortuna, el futuro Parque Arqueológico con el Templo de la Tríada Capitolina y la Curia, el Anfiteatro que están sacando a la luz casi en su totalidad, la Alcazaba musulmana, la Necrópolis bizantina… y si le añadimos lo barroco que se construyó entre los reinados de Felipe V y Carlos III (el Palacio de Capitanía, el Arsenal, Santa María, el Carmen, las Murallas...), y que consiguió salvarse de tantas guerras, pues, pensándolo mejor, no será una ciudad de inconmensurable monumentalidad pero tiene bastante que ofrecer a cuantos la visiten… aunque siga siendo una ciudad en la que el modernismo impera con voz propia.

© P.F.Roldán

Depeche Mode:Never Let Me Down Again

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