2 de septiembre de 2008

en permanente construcción


He leído hoy, cuando me he ido ha dar de baja en un website al que hace semanas que ni entraba ni ganas, una frase de un desconocido, junto a su alias: “Soy perfecto. Me ha costado 21 años”, que son los que dice tener. Bendita ingenuidad, he pensado para mis adentros; qué atrevida es a veces la credulidad o la inocencia de los pocos años… o es muy afortunado, aunque resulte inverosímil, y ha encontrado el alambique alquímico del ser o no ser.

He visitado su perfil por curiosidad. Total, ya me iba de allí...

No entraré en juicios de valor, pero casi seguro que por su edad yo tengo la de sus padres, y lo que decía me recuerda lo que a la suya yo pensaba a veces porque has vivido un poco y te creces y llegas a sentir que ya estás por encima del bien y del mal.

En años posteriores viajé, viví experiencias nuevas, cambié dos veces de lugar de residencia antes de acabar en Valencia; conocí gente, me vapulearon y algún vapuleo di cuando era tan ignorante como para no saber que la vida paga con la misma moneda. Qué equivocado estaba cuando aún seguía atado al cordón umbilical de la dependencia familiar y social. La vida te enseña. Cuando dejas de tener el plato caliente preparado a diario y eres quien ha de buscarse las habichuelas; cuando llegar a final de mes era las más de las veces una odisea y se acabó que mamá te pagara la ropa de marcas y te consintieran todos los caprichos; cuando has de organizarte y limpiar tu piso compartido con extraños, lavarte tu propia ropa o cambiar las sábanas porque ya no hay quien lo haga por uno… Mi vida había sido perfecta, sí, pero porque en gran medida no era responsable de ella; pero llega el momento en que has de salir adelante con tus propias y únicas fuerzas y desarrollar la inteligencia de que todo está ahora en tus manos, y que espabilas o sucumbes. Fue ímprobo, pero se acaba por salir hacia delante con todo el lastre que aún arrastras de esa pretendida, o pretenciosa, perfección.

El tiempo ha ido puliendo aquellas aristas y, aun así, siento que sigo cada día en camino de lograr ser tan sólo un poco más perfecto que ayer y más que en aquel pasado. Vivir es un estado de permanente construcción.
He de decir que he tenido un secreto, o mejor expresado, un arma. El valor de no tener miedo de lo que pueda traer el mañana, confiar en él y vivir ante todo, teniendo fe en el corazón y, aunque sin dejar de tener los pies en la tierra, no consentir que nada me limite para que vuele cuando sé que puedo hacerlo.

Quien no duda alguna vez sobre qué camino tomar, puede que tome el equivocado; pero una vez que sabemos el que queremos recorrer, es de necios quedarse varado como un barco a la deriva… y sobre todo mirar atrás, corriendo el riesgo, como la mujer de Lot, de convertirnos para toda la eternidad en una muerta estatua de sal.

Desde hace días, sueño en una húmeda y fresca cueva; sueño en que preparo alguna paella; sueño en que escribo o dibujo junto al calor del fuego de una chimenea, mientras afuera nieva; sueño, sueño, sueño… y tú estás en todos los sueños que sueño en que se hacen realidad; una realidad que no tiene final, construyendo el futuro codo con codo, sintiendo ya que en tu corazón seré bienvenido.

© P.F.Roldán

Sinead O'Connor:Óró 's é do bheatha 'bhaile

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