13 de septiembre de 2008

nunca renuncies a un sueño



No me rindo. No te rindas.

Lo que hoy puede enturbiar nuestros pensamientos hasta aferrarse al fondo del alma es sólo un estado de ánimo pasajero, creado casi siempre por la gente de nuestro entorno: amigos excesivamente bienintencionados, gente casi desconocida que opina porque guarda viejos rencores, compañeros de trabajo envidiosos por ineptos,… pero que sirven como nadie a la diosa Duda, sumiéndonos en ella y paralizándonos y acobardándonos para actuar en cualquier sentido, encerrándonos bajo siete llaves a la experiencia magnífica de vivir sin miedos.

No consintamos que todos aquellos nos conviertan en nuestros propios enemigos para hacer realidad nuestros sueños. Ellos no sólo se conforman con vivir sus vidas, anodinas casi siempre, sino que tienen que asesorar, agriar, hundir las nuestras… aunque se crean con la obligación de ponernos, innecesaria o maliciosamente, en guardia.

Nuestro futuro es nuestro, no de ellos. Hay que convertirlos en espectadores de nuestra felicidad, no en protagonistas de la tristeza que nos han provocado. Los unos porque se sentirán útiles y satisfechos prestándonos su hombro para que lloremos sobre él nuestras penas; los otros porque se congratularán con ellas como venganza.

Nunca hay que renunciar a los sueños que nos hicieron felices hasta que empezaron a intervenir esas mareas extrañas; hemos de comprobar si son posibles o no por nosotros mismos, no por lo que desde fuera nos transmiten los que no saben nada de nada. Dejar que los sueños pasen de largo son todo excusas, miedos, cobardías, incertidumbres… y nos dejan alelados, incapaces de dar un solo paso para comprobar que lo que pudimos llegar a ser o tener era en verdad lo que el destino nos deparaba.

Nunca dejé de escuchar a nadie, pero actué según mi corazón y mi voluntad, y puedo asegurar que pocas veces no se hicieron realidad; al menos en mi caso. De haberme contenido no habría ido a India, no habría vivido en Valencia aquellos 23 años, no habría conocido la felicidad de querer y ser querido, no habría estado junto a Blanca sus últimos tres meses de vida...

Con la mente obcecada por los problemas rutinarios de cada día es difícil decidir, y más cuando desde todas partes nos llegan esos mensajes de alerta que aún nos hacen más indecisos y medrosos.

No renuncio ni renunciaré jamás a mis sueños. Al menos, intentaré siempre comprobar por mí mismo que pueden ser o no reales, y que el destino diga la última palabra, pero nunca me dejaré atrapar en la tela de araña de las dudas y de los consejos estériles, por muy voluntariosos que pretendan ser “por nuestro bien”.

Un sueño suele ser un regalo del cielo, que nos lo pone al alcance de la mano para que tengamos oportunidades de encontrar la alegría de vivir. No son espejismos. Si todos los que se pierden en un desierto a la vista de un oasis pensaran que es eso, un espejismo, y siguieran de largo, acabarían muriendo de sed al poco.

No renunciemos jamás a un solo sueño. La misma vida nos dirá si era, es o será posible, pero si adelantamos acontecimientos, acabaremos cómo náufragos en ella y nadie vendrá entonces a rescatarnos de nuestra balsa, que se llama soledad. Ni siquiera los bienintencionados que nos hicieron dar marcha atrás cuando ya teníamos preparado el equipaje.

© P.F.Roldán

Rosana Arbelo:Sin Miedo

No hay comentarios: