10 de septiembre de 2008

amor de eternidad


Creo en ti:
tú eres diferente.

Bajo tu frente que he coronado
de adelfas y de rosas
–como semidiós homérico redivivo
para mí, flor no de un día,
yo, para tu corazón, perenne,
pero que marchitaría entre espinas
si te supiera ausente
para siempre–,
tus ojos como de ónice negro
y tu voz, ahora tímida,
ahora sonriente,
que hasta hoy
me rescataba del olvido
de los que deberían quererme,
y del insomnio recidivo
de quien eligió la soledad,
sin miedo y coherente,
ante las hienas que devoran
sólo carne cuando anochece.

Pero, ahuyentando la tristeza,
obvia naturaleza humana,
de pronto, por un instante,
efímera duda,
me siento a mi suerte,
tras entregarte los triunfos
que, aun sin verte,
mi amor ha erigido
para tu gloria;
y qué rápidas parecen
querer irse secando
las guirnaldas que entretejí
para tus sienes...

De todo, en nada,
de repente, parece
quisieras ser nadie
y yo menos;
y renegar del futuro
que soñamos tantos días
mientras el alma palidece
pensando sinsentidos
como que ya no desearías reposar
tu cabeza sobre mi vientre
–ciego estoy de amor–,
ni pisar sobre los laureles
que a tu paso desparramé
en honor a ti,...
mientras que ahora,
-como invisibles dardos,
que no me hieren,
tus silencios,
se asemejan a desdenes-
sabiéndome vivo,
vivo esperando tu palabra
que me rescate de esta sombra
del antiguo desencanto;
a ti que has sembrado alegría
en este corazón
de hombre bueno
que ya había arrojado,
bendito olvido, de su mente
los infames vaivenes
de quienes juegan con la vida.


Te seguiré esperando,
frondoso mi amor crece,
tejiendo y destejiendo horas,
en la infinita calma
del que sabe
que, desde que te conoció,
te llegará a amar eternamente.

© P.F.Roldán

Presuntos Implicados:Esperaré

No hay comentarios: