20 de agosto de 2008

paisaje ecléctico, mestizaje de Culturas





¡Lo que puede captar un objetivo a veces en tan poco espacio!
El faro (o linterna) romano; la alcazaba musulmana con su torre del homenaje cristiana tras la reconquista; el pabellón de autopsias, anejo al antiguo Real Hospital de la Armada (hoy UPCT-Universidad Politécnica de Cartagena-), del siglo XVIII; la plaza de toros, de 1854, medio derruida porque están excavando el anfiteatro romano sobre el que la construyeron; el acantilado que dejó el desmonte de la parte noreste del cerro de la Concepción en 1878 para abrir la ciudad al puerto por una nueva vía: la calle de Gisbert; la arboleda del parque Torres, en cuyo diseño tuvo que ver mucho a principios del siglo XX el arquitecto modernista Beltrí, bajo el auspicio del alcalde Alfonso Torres; el ascensor panorámico de principios de este siglo... El mestizaje de culturas por las que Cartagena es como es...

Cuando regresé aquí en noviembre de 2003 para estar junto a Blanca en sus últimos meses con nosotros, dejando atrás 23 años de vida en Valencia -amigos, casa, Empresa...- siguiendo los dictados del corazón, el cambio no dejó de parecerme brutal pese a que era más importante lo que lo motivaba. Era como dar un paso atrás; volver a la ciudad de la que había huido en 1980 porque, aun siendo parte de mis raíces, nunca he conseguido atarme a nada si eso ha supuesto vivir paupérrimamente en todos los sentidos. Y en aquella época esta ciudad me asfixiaba: pocas oportunidades para desarrollarme personalmente, tanto emocional como laboralmente. Y, para colmo, con una sociedad cainita, más que provinciana pueblerina -lo sigue siendo a muchos niveles aunque sobrepasemos con creces los 220.000 habitantes- en la que costaba dar un paso sin estar en boca de mucha gente que no dudaba, por ignorancia o por maledicencia, en estar en todos los platos y en todas las salsas, convirtiendo en un infierno muchas vidas ajenas. Es lo que tiene el aburrimiento de no tener a veces vida propia.

Sin embargo, ahora, un poco a la fuerza aquí porque, si bien Blanca se fue, siguen quedando motivos para estar, voy redescubriendo muchas cosas que entonces, por cotidianas, me pasaron inadvertidas. Paisajes, edificios, rincones tantas veces paseados pero nunca observados con detenimiento que, en esta hora que nunca sospeché posible cinco años antes, se me muestran como algo nuevo en esta forzosa estancia; tanto que los estoy empezando a querer como una parte de mí que nunca se fue del todo.

Sin caer en el chovinismo, me siento hasta orgulloso de cuanto ha pasado por esta ciudad en sus casi tres mil años de Historia. Se despiertan también los antiguos olores, las viejas sensaciones que nunca murieron porque tenían su propio sitio en el lugar más recóndito de la memoria.

Subo hasta la explanada de la alcazaba. Hay un panorama magnífico de la ciudad, de la bahía abrazada por todos los montes que la resguardan, de la mar hasta donde se pierde el horizonte… Y, aquí arriba, mástiles que, coronados por los símbolos de sus Culturas, nos cuentan cómo han conformado la Historia de Cartagena durante casi treinta siglos mastienos, cartagineses, romanos, bizantinos, visigodos, musulmanes, castellanos... hasta el día de hoy.

Algún día sé que me volveré a marchar en pos de mi destino, pero mientras tanto me habré estado implicando en la lucha diaria para que no se destruya lo que ahora siento más mío que en aquel otro tiempo pasado, y por lo que Blanca también luchó hasta el final; y cuando alguna vez regrese, aunque sea por un breve espacio de tiempo, miraré todas estas calles, todas estas piedras, con otros ojos que no supieron ver antes que encierran una buena parte de mi vida, y por tanto de mí.

© P.F.Roldán

Dalida:Salma Ya Salama

No hay comentarios: