20 de agosto de 2008

desnudez


Se llega de verdad ante otro desnudo. Es una desnudez de todo lo superficial que nos impide ver y que nos vean tal y como somos, sin esos falsos o estereotipados clichés que muchas veces nos creamos como autodefensa para no ser heridos por los que juegan con los sentimientos de los demás.
No son producto de la desconfianza sino de una empírica realidad, porque supimos más de una vez que hay quien, con tal de satisfacerse un rato, o dos, es capaz de todo sin importarle la desolación que pueda dejar tras de sí… Pero, llegar a amar es algo que lleva implícito un sosegado tiempo de profundizar en el otro, recíprocamente, creando todas esas complicidades contra las que no pueden las vicisitudes diarias ni los desencantos infundados e imposibles cuando el otro ya ocupa un lugar indeleble en nuestro corazón.

No es necesario estar hechos de la misma materia –en la diversidad puede encontrarse la complementariedad- sino de compartir desde el espacio que nos circunda, luzca el sol o llueva y truene, hasta lo más nimio, incluso las cosas inevitables de la cotidiana rutina, tan variable pese a ser rutina porque cada día es distinto, aunque nos parezca igual a los demás, ya que muchas veces el entorno y los acontecimientos que éste genera es lo que los hace diferentes.
Y juntos siempre, aun en la distancia, pero no tan encima el uno del otro constantemente que se pueda producir la asfixia porque no quede espacio entre ambos y no se pueda respirar porque el aire no circule… pero dejando patente que estamos incondicionalmente a su lado para lo bueno y para lo malo, respetando sus parcelas de libertad.

Si en algunos versos he encontrado alguna vez lo que uno querría expresar a otro para decirle un día “te amo”, aparte de los propios y espontáneos gestos y palabras, nunca encontré nada más hermoso que estos de Pedro Salinas en su poemario “La voz a ti debida”.

"Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazado de otro,
Hijo siempre de algo.
Te quiero puro, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suyo,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo, te diré:
“Yo te quiero, soy yo”.

© P.F.Roldán

Natalie Cole and Nat King Cole:When I Fall In Love

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