12 de agosto de 2008

toda apariencia es breve



Me dices que le has dejado y que estás sufriendo. Estás lleno de inseguridades pese a que sabes qué es lo que te conviene. No escuches a nadie. Sólo a ti mismo. Muchas personas no entienden que el que abandona, sin la excusa de que haya surgido una relación paralela, sino simplemente porque necesita recuperar su autoestima, perdida tras años de sometimiento hasta la más absoluta negación del propio yo, sufre tanto o más que el que ha sido rechazado.

Tú mismo reconoces que te has ido queriéndole mucho todavía, pero que ya no podías más. No hace falta que te peguen para sufrir malos tratos. Se maltrata también de palabra, y hasta por omisión.

Un día sientes que has ido dejando todos tus sueños aparcados para dedicarte al otro por completo. No has sido consciente del error porque era el amor el que dictaba tus pensamientos y el que dirigía tus actos. La razón ha dejado de existir para abandonarnos a las razones del corazón, y éste lo justifica siempre todo… hasta que un día descubre que ya ni se reconoce cuando mira hacia dentro.

Pero tu sufrimiento es aún mayor porque no ves ningún movimiento por su parte hacia ti, como si todo le diera lo mismo, como si le importara lo mismo ocho que ochenta.

A tu propio dolor, mezcla de no saber dónde estás ahora y cómo has llegado a esto, se suma el que te ocasiona su desdén para contigo que se lo diste todo. Por ti es quien es y ha llegado hasta donde ha llegado. A costa de tu renuncia a tus sueños, viviendo sólo para ver satisfechos los suyos, convirtiéndote poco menos que en nada por hacerle feliz con absoluta dedicación.

Ya no podías más. No te niegas a pensar que tenías que dar el paso, pero no deja de doler. Lo sé. Lo sabes.

Cuando haya pasado un tiempo comprenderás que sólo fuiste una hermosa flor entre afiladas espinas. Te darás cuenta de que únicamente habrás servido para que él haya ido germinando, pese a su fingido despecho –sólo fruto del rechazo al que lo sometes-, quien ya no te necesita. Por eso no hace nada por explicarse o pedirte explicaciones. Sólo muestra su rabieta de niño malcriado al que se le ha roto su juguete. Y tú, flor rara en su vida, una vez que hayas marchitado para él y hayas caído al suelo para siempre, sólo tendrás un único camino que recorrer y que se llama olvido.

Olvida a quien te olvidó y sólo te utilizó, porque ya te ha dado muestras palpables de lo único que has significado para él… Sólo te queda hacerte al ánimo de que todo quedó en pasado. Ese pasado que nunca retorna aunque en el fondo de tu corazón exista el anhelo, no sentido pero deseado, de que todo pueda volver al cauce de siempre en cualquier momento. Aún le amas.

Tendrás que llenarte de valor para levantarte y mirar hacia delante de nuevo, hacia el futuro que se abrió para ti desde que tomaste la difícil pero a la larga –ya lo entenderás- sabia decisión de recuperarte para ti mismo y para tu mundo durante años olvidado, o dejado en un último plano porque sólo tenías ojos para él.

Serás consciente de que de esos amores no se muere uno nunca. Al contrario; una vez en el suelo comprobarás que tu vida sigue fluyendo, aunque haya cambiado, y tendrás que mirar de nuevo hacia el futuro, como un día lo hiciste con y para él pero esta vez por ti, porque nada puede matarnos. Sólo nosotros mismos, si no somos capaces de discernir que fuimos hermosos y lo seguimos siendo, aunque pensemos que no somos quienes éramos, porque realmente no lo somos, y que podemos continuar llenando de vida todo lo que nos rodea... Simplemente nos transformamos con el paso de los días con la misma innata belleza de nuestra esencia que otros, crueles espinas, despreciaron para fructificar a nuestra costa.

Si fuimos efímeros para esos otros, piensa que somos eternos para nosotros mismos.

© P.F.Roldán

Sergio Contreras:Te está matando

No hay comentarios: