7 de agosto de 2008

cuando ya te has ido...


Antes, hace tiempo, cuando nos despedíamos dejaba la ventana de conversación del messenger abierta en el pc y entonces escribía todo lo que no me atrevía a decir, sabiendo que ya no ibas a leerlo. Ahora con la nueva versión ya no es posible. Todo se queda grabado para cuando vuelvas a abrirlo. Pero, mirando tu fotografía que trastorna mis sentidos con tu mirada y tu sonrisa, te sigo haciendo en silencio declaraciones de amor que nunca, tal vez, oirás de mi boca... y tardo en cerrar ese recuadro para sentirte cercano...

Acaso, si lo supieras, pensarías que estoy loco, pero no. Lo único es que necesito decirte, sin que llegues a saberlo, que cada día que pasa te me adentras un poquito más, pero que te respeto para que no me confundas con “esos otros” que te hacen daño al final, buscando lo que no quisieras darles. No estás en situación de querer a nadie, insinúas unas veces; otras soy yo que te veo inalcanzable para pensar que algún día pongas tus ojos en mí... y callo para aliviar tu corazón y para que no sientas que te roban de nuevo la sonrisa... y pierda tal vez tu amistad, que valoro por encima de todas las cosas. Ojalá pudieras reír siempre porque eso ya me haría feliz, como lo soy por haberte conocido y tener el privilegio de tu confianza y de que cada día vaya creciendo esa amistad mientras, en paralelo, crece mi sentimiento que probablemente nunca será correspondido.

Si lo supieras… pero no quiero que lo sepas. Tengo miedo a perder lo que de ti ya tengo. ¡Es tanto! que puedo acostumbrarme a no sentir tus caricias ni tus besos si con ello puedo seguir escuchando esa risa que me llena el alma. No me duele. Al contrario. Sólo con saber que existes y que sigues ahí, las horas transcurren llenas de gozo.

También me dices que si no te encienden un luminoso delante de la cara, no te enteras de que quieren algo contigo... y me temo que, aunque soy excesivamente sutil, no lo ignoras a estas alturas porque mis tubos de neón no están fundidos, y en intermitencia anuncian lo que siento como si fueran un reclamo de mis sentimientos. Lo que te expreso ante cada sorpresa por tantas cosas compartidas que me hacen decirte con bromas, ácidas a veces y otras ligeramente procaces que disfrazan la verdad, lo que no sería capaz de tener que decirlo en otro momento o de otra manera,... y hasta volver por enésima vez al deporte para hacerte deseable mi cuerpo porque no me queda duda de que mi cabeza ya te gusta... o no llevaríamos tantos meses conversando…

Quizás estoy en lo cierto y no lo ignoras pero te haces el desentendido. Intento convencerme, tal vez ilusamente, de que lo sabes y que sólo estás esperando a ver por dónde salgo... No quiero pensar en los acaso... Pero ¿y si te pierdo por ser franco? Pero, también, ¿y si te pierdo por no decirlo?... Hay trenes que no vuelven a pasar en toda una vida, una vez perdidos... pero qué tormenta de dudas. Qué difícil se hace ser racional cuando se tiene el corazón alborotado… Cuántas preguntas sin respuesta... Y ahora nada más que conozco una: deseo querer con todo lo que soy y lo que tengo al que eres y con lo que tienes, incondicionalmente, sea de la forma que sea. Me importa el fondo, no las formas.

Sólo sé con toda seguridad que seguiré aquí. No tengo prisa, nunca la tuve en mi vida porque no creo en los arrebatos, aunque nunca llegara ese instante que cada día que pasa deseo más y con toda mi alma. Porque, cómo me gustaría hacerte sentir el amor; que puedas amar y ser amado sin que sufras; que puedas confiar en la lealtad ajena con la confianza que otros te mataron y en que hay quien que, antes de causarte la menor pena, sería capaz de todo porque no padecieras de nuevo el dolor que algunos te causaron. Quisiera amarte para hacerte sentirte amado. Que puedas amar sin temer que un día vuelvas a perder la serenidad interior que ahora dices buscar... y ser quien te la pudiera dar...

Por eso, cada vez que sugiero en que podríamos vernos, a lo que respondes que sí, que para todo llega el momento, algo racional se niega en mí a iniciar un viaje del que tengo certeza del regreso pero no de una segunda ida... todavía... y me asusta perderte. Si supieras la de veces que he preguntado horarios y precios por teléfono para estar seguro. Las que he ido hasta la estación para ver partir ese tren que no voy a coger y cerciorarme de que todavía llega hasta ti... porque sé que, hoy por hoy, no hay camino hacia allí.

Y es que esas veces me pregunto por qué el destino se niega a ser generoso con personas como tú y como yo, y por qué siempre damos, después de todo, con otras que no se merecen nuestra ternura, ni siquiera nuestro tiempo, y que terminan por hacernos la vida imposible hasta culpabilizarnos de lo que sólo ellos son responsables... cuando nos sale al paso el que podría hacernos felices y apenas si lo vemos...

Insinúas que podrías venir tú, pero algo me dice que no vendrás a la postre. A fin de cuentas ¿podría darte lo que esperas cuando te pares a pensarlo? Pero me niego a dejar de soñar y aunque, locura inconfesable, quisiera confesarte ahora que en una ocasión me quedé en el andén con el billete comprado y el equipaje en la mano, pero no lo hago sabiendo que es el destino quien ha de traerte, no llevarme.

Prefiero guardar cada una de tus palabras, cada una de tus penas y alegrías; tus expectativas; tus deseos... Cada cosa tuya que me es importante. Y ya no tengo ni ganas de entrar a la web en la que nos conocimos, pero al final lo hago para buscar tu perfil en “favoritos”, y ver tus fotos, que no son de ti pero me hablan del que eres, y leer sobre ti, aunque sepa de memoria lo que dices. Eso te me hace cercano en esas horas en las que no estás. ¡Cómo es emocionarse y no poder decirlo! Por el contrario, siempre quitando hierro; diciéndote que sí me da miedo enamorarme o que estoy bien así, solo... cuando lo que quisiera es decirte: “me conmueven tus cosas y quiero sentirte…” Ojalá pudiera entrar en “plan invisible”, porque no quiero que me envíen mensajes los extraños... aunque extraños éramos nosotros también aquel primer día.

Jamás me impondré bajo ninguna de las maneras a nadie, demostrando o haciendo patente mi presencia o mis deseos... No he sido nunca así porque, aunque sea inhabitual en quienes buscan encuentros exprés, creo firmemente en el respeto a los otros, por eso tal vez así me ha ido y me va... o tal vez sea por eso que duermo con la conciencia tranquila. Te prefiero así, amigo en esta distancia, aunque mi corazón reniegue a menudo de mi cabeza.

Escribo pensando en ti y me viene la sonrisa como cuando hablamos. Hace tiempo que nada ni nadie me sacan esta alegría, tan diferente a las otras porque es especial... y por un momento te imagino a mi lado, aquí, enseñándote estas líneas... y te adivino boquiabierto y emocionado por todo lo que te estoy ocultando... Cuesta tan poco soñar...

Y escribo de forma coherente pero inconexa. Coherente porque tú eres el hilo conductor y el que me haces sentir. Inconexa, porque voy de aquí para allá, a saltos, conforme voy rememorando lo que siento.

Ahora mismo, aunque estuvieras “no disponible” en el messenger, abriría la ventana tan sólo para verte en la minúscula fotografía. Si ya en cada foto tuya que me has enviado me da un vuelco de emociones el estómago cuando las miro una y otra vez, si te viera a escondidas sé que me sacarías a flor de piel una vez más el deseo de abrazarte, besarte, acariciarte, descubrir cada rincón del que eres por fuera y sobre todo por dentro... Hay tanta sinceridad en tus ojos y tantas ansias de ser verdaderamente querido en la mirada... Y esa sonrisa que, a pesar del deje de tristeza a veces, delata tu ansia de vivir. Por eso te bromeaba el otro día, aunque lo decía con el corazón, que en ésa en la que pareces un náufrago solitario entre la multitud en mitad de la playa “te veo”... y nació de ti mandármela y ya no he podido dudar de lo que despiertas en mí por qué ya lo llevo presientiendo desde que un día cogí la costumbre de sentarme cada atardecer a la sombra de la vieja encina -la que da sombra al porche de casa- para imaginar verte llegar, soñando en que también sea posible que quieras coger el mismo tren conmigo...

© P.F.Roldán

Cachao: Si me pudieras querer

No hay comentarios: