22 de agosto de 2008

elección para Vivir


No estoy apegado a nada de cuanto tengo. No hay esclavitud mayor para vivir con mayúsculas.

Cuando uno se liga a lo que posee y no cree que pueda llegar un día en que deba prescindir de ello y llegado el momento no lo haga, por rico o acomodado que sea, habrá puesto un pie en el umbral de la pobreza, porque a partir de ese momento habrá contraído una enorme deuda con su destino; factura que esa falsa comodidad le pasará sin que pueda saldarla jamás.

Mi vida no pertenece al lugar donde están mis cosas y mucho menos a ellas porque son ellas las que están conmigo como una mera circunstancia, donde quiera que esté, y sabré dejarlas atrás si fuera necesario para encontrar mi norte y tratar de ser más feliz.

¡Qué más da que muchos me puedan llamar loco! ¿Acaso he de llevarme conmigo algo el día que muera? Entonces ¿por qué atarme a ellas mientras la prioridad sea vivir ahora que, viviendo, se me da la oportunidad de hacerlo? Es mi elección, pese las objeciones de los biempensantes que limitan su existencia a una baldosa, como quien la baila como un chotis, sin ver que hay todo un universo por descubrir y que en cualquier lugar -igual da donde se halle- se puede encontrar lo que lleva tiempo esperándonos sólo a nosotros.

Qué tristeza el inmovilismo al que se abocan los que no pueden privarse de lo que tienen, haciendo de ello el centro de su microcosmos materialista, faltos de perspectivas más allá del brazo de su confortable sofá o de su colección de porcelanas chinas... incluso aunque la tristeza, enmascarada de satisfacción por lo que han atesorado, les pueda destruir lentamente rodeados de todas sus cosas porque se niegan a la magia de la alegría de vivir.

A muy pocas cosas les doy valor. Tal vez me costaría desprenderme de mis libros, pero incluso estos, si fuera el caso –no sin cierta pena pues mucho me enseñaron-, podrían acabar en una biblioteca pública para dar a otros lo que me aportaron a mí.

Nada es imprescindible. Si lo material coarta que podamos emprender un nuevo camino, en nada nos diferenciamos de un árbol, mayestático pero preso a la tierra, como ya dije en este blog en “sobre raíces”:
“cuanto más tenemos más prisioneros somos de lo que poseemos y menos libres para cambiar de rumbo nuestro destino”... a no ser que nuestra voluntad pueda más.

Seamos dueños de lo que seamos, ante todo lo somos de nosotros mismos y de nuestro futuro. Así que, como Antonio Machado en sus dos últimos versos de “Retrato”:
“me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar”,
porque nada tiene tanto valor como para impedirme tomar las riendas de mi vida.

© P.F.Roldán

Luz Casal: Sé feliz

No hay comentarios: