17 de agosto de 2008

el hábitat del caracol



No hay camino. No hay salida.
Ante cada puerta que intentas abrir, sólo existe el vacío.
Has vivido tan plácidamente en tu refugio interior que no fuiste capaz de darte cuenta de que el mundo a tu alrededor cambiaba con el tiempo o se derrumbaba y ahora, cuando pretendes retornar a la realidad, nada te conduce a ninguna parte.

Como el caracol, te encerraste en ti mismo. Te aislaste del mundo exterior esperando a que un día saliera el sol, pero no te molestaste en asomarte siquiera a ver si así había sido o no. Se estaba mejor en el centro de la espiral, en donde todo, hasta lo peor, se hace bueno porque sólo está uno consigo mismo y eso parece evitarnos los sinsabores que pueden aguardarnos fuera.

Te equivocaste y te das cuenta ahora, cuando parece que es tarde ¿o puede que no lo sea? De las espirales hay que entrar y salir, encarando con valentía lo que hay con y contra nosotros fuera de ellas, para que no se acaben convirtiendo en un círculo cerrado, y éste a su vez en un círculo vicioso, en el que cuando al fin crees encontrar por donde regresar afuera, ya no hay tierra firme que pisar.

Fue placentero, o no tanto muchas veces, estar a solas contigo mismo. Sentiste la cálida protección del centro de la espiral, al socaire de la adversidades, pero te quedaste en él demasiado tiempo; tanto como para que la vida ahora te sea como una desconocida y ante la que te encuentras solo cuando ya no lo deseas, con el vacío ante tus pies.

Atónito te preguntas dónde están los que te querían. Hasta estos han desaparecido; unos porque se sintieron abandonados por ti; otros quizás porque te creyeron muerto e incluso te lloraron. Y esa soledad te pesa más que la que escogiste.

Es sólo un mal sueño después de todo. Si despiertas a tiempo, sabes que aún tienes la oportunidad de salir y reencontrarte con el mundo que, aunque a veces no es fácil vivir en él, está lleno también de cosas buenas a las que tenemos acceso con un mínimo de esperanza.

La espiral no es un camino sin vuelta atrás. Es sólo el refugio momentáneo para poner en orden nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestras expectativas… Es el lugar en el que aprender a querernos para retomar la grisácea rutina con fe en nosotros mismos. Nada más hay que tomar el camino inverso y sacar la cabeza al sol para enfrentarse a lo bueno y a lo malo de cada día. De otra forma te convertirás en un triste náufrago en la isla que ahora eres, y en la que ya no habrá salidas ni caminos, y la pesadilla se convertirá en desesperante realidad.

¡Muévete ahora que aún estás a tiempo!

© P.F.Roldán

Leo Brouwer:La Espiral Eterna

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