18 de agosto de 2008

basura pertinaz


He revisado mi messenger. En mi agenda hay setenta y nueve contactos recién contabilizados a los que he ido eliminando en estos últimos dos años, pero que me siguen teniendo en su listado de admitidos. Me malhumora porque suelo avisarles.

Meses y meses de no comunicarnos y una de dos. O no saben eliminar y suponen que no admitiéndote ya te han borrado, o ni se molestan en ver quien los tiene en activo porque son coleccionistas de direcciones de correo y sus propias agendas deben de contener decenas, o centenares, de personas que ya no quieren saber de ellos… o ellos de mí; pero ahí estamos como un trofeo de que hubo un día en el que les dimos cancha para conocerles, pero se perdió todo interés, por hache o por be, para que continuáramos conversando.

Regularmente hago limpieza, pero ellos siguen ahí -como basura informática- ocupando un espacio que ya les he denegado.

Hay de todo. Los que no me interesaron porque no había la más mínima empatía, tras varias intentonas de conocer al otro más a fondo; los que sólo buscaban algo fácil y se les dijo que no, y encima se pusieron insistentes; los que te agregaron por curiosidad o por verdadero interés, pero dejaron de estar conectados un día, o te denegaron la admisión, vaya usted a saber, y se les borró porque era una estupidez que mi lista llegara hasta el infinito con quienes ya no hablaba durante meses.

Mi agenda se reduce a los amigos, a la familia y a esos conocidos más allegados, que sin llegar a ser amigos compartimos momentos agradables.
No tengo cuarenta direcciones de correo como muchos que se crean un montón; una para ligar, otra para los íntimos, otra para los familiares, otra para el trabajo, otra para darse de alta en según que websites…
Yo sólo tengo dos: la usual de hotmail, que es la que doy a todo el mundo porque no tengo nada que esconder, y la de gmail, y ésta última porque me permite mandar archivos de mayor volumen, darla como dirección alternativa por si la otra diera problemas o para los que no usan el messenger, además de resultar imprescindible para tener este blogspot.


Tampoco agrego por agregar. Al usar sólo una dirección de msn mucha confianza ha de darme la otra persona o despertarme un intenso interés para que entre en mi agenda, aunque reconozco que a veces tengo a alguien sin admisión (que me perdonen por sincerarme) porque tampoco soy de esos que mantienen varias conversaciones a la vez y no están en ninguna, haciendo esperar hasta diez minutos para responder, con lo que la charla se hace desesperante. Normalmente estos son los que “son amigos de todo el mundo” y su cháchara se dispersa entre varios interlocutores simultáneamente y de la manera más insustancial. Sólo los vuelvo a admitir cuando realmente hay cosas que contarnos o cuando han pasado unos días y no deseo que piensen que no quiero nada con ellos. Es cierto que son también los menos.

Nunca desconecto el ordenador, así que mis contactos más afines, por los que tengo un especial cariño y simpatía y sé que hay reciprocidad, saben que están ahí siempre aunque yo esté ausente, lejos del pc. Conocen mi clave. Si no está la foto de mi cara es que no estoy disponible por cualquier razón, aunque a veces si les oigo entrar, y estoy por casa haciendo cosas, les saludo sin cambiar de “estado”. Pero esos setenta y nueve ¿a qué esperan para desaparecer? Con lo fácil que es ir a Opciones de messenger; hacer clic en Privacidad y ver quien te ha eliminado definitivamente. No hace falta meterse en esas web que aseguran decirte quién te eliminó y en las que tienes que introducir tu contraseña privada, con lo que estás desprotegiéndote al dar datos muy personales.

Con tanta innovación y actualizaciones constantes, ya podrían idear algún sistema para que toda esa inútil basura acumulada desaparezca, sobre todo cuando, una vez eliminada, no vas a contactar con ella nunca más.

© P.F.Roldán

John Lennon:Nobody Loves You When Your Down And Out

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