30 de julio de 2008

Delenda est Carthago!




Cartagena va perdiendo año tras año su Patrimonio.
Una ciudad que ha pasado por guerras e invasiones durante siglos –conquistada por los romanos, arrasada por los visigodos, masacrada durante el Cantón por el ejército centralista, bombardeada brutalmente por “los nacionales” (como muestra: las ruinas de la Catedral)… y que ha resurgido siempre de sus cenizas, cae ahora bajo la desidia y connivencia de sus políticos con la piqueta de los señores del ladrillo, llegando a quitar grados de protección a edificios que lo tenían (como la casa modernista del cónsul alemán Fricke, en la Muralla del Mar -en la foto de cabecera- convertida en una mole de cemento y cristal, conservando sólo para acallar voces parte de sus dos fachadas).

Una ciudad a la que se le dio la calificación de conjunto histórico-artístico en 1980 en todo su centro antiguo, intramuros de las Murallas de Carlos III, por el Ministerio de Cultura, ve con impotencia como se conculca la Ley de Patrimonio de 1986 y se siguen levantando edificios sin las preceptivas catas arqueológicas en los nuevos solares, colocando la prohibida "losa de hormigón" (caso de c/ Jara 30, tabique con tabique con las ruinas romanas del Decumano), una vez consumado el atentado de demoler sin que la concejalía de Urbanismo o la Dirección Regional de Cultura tomen cartas en el atropello.

Ahí tenemos el caso más flagrante, en el que además toma parte la Sociedad Municipal Casco Antiguo: el cerro de El Molinete, del que ya hablaron historiadores desde la antigüedad más remota a los arqueólogos del siglo XXI, describiéndolo como la Acrópolis de Cartagena, con restos púnicos y romanos... pero ya hay planes municipales de construir sobre algunos de esos yacimientos. Y de hecho la alcaldesa Barreiro no ha tenido mejor opción ni brillante idea, habiendo miles de solares en el Casco Antiguo, que la de levantar un Centro de Salud sobre la Curia romana, anexa al templo Tricapitolino. Una cacicada aberrante, a pesar de que ahora se ufanen de estar excavando en la zona aledaña a ese mastodonte sanitario para hacer un parque arqueológico en vez de haber conservado en su totalidad el cerro.

Cualquier ciudad o pueblo de España, con mucho menos, se sentiría orgulloso de conservar para la posteridad lo que aquí tan alegremente se desprecia por los ignorantes... o los sacaperras. Quédense con el epíteto que prefieran. Entre unos y otros nos están despojando de nuestros vestigios ancestrales, pero ante todo somos culpables los ciudadanos porque quien no defiende su Patrimonio está condenado a vivir sin su Historia.

Una ciudad que vota por siglas y no a las personas que realmente la aman no merece nada mejor que lo que nos está ocurriendo. Se congratulan con el Teatro Romano, a pesar de los dos años de retraso para inaugurarlo, pero es que ¡faltaría más! Como para que se hubiera llevado a cabo un desmán más sobre él, como se ha hecho con el Barrio Universitario, donde han hecho desaparecer calles como Alto, Ángel, Montanaro, Marango… y luego los yacimientos aparecidos en la zona, al lado del Anfiteatro, que ahora también dicen que por fin se va a sacar a la luz, pero que lleva paralizado años. Y con un proyecto surrealista de cercenar la zona con un sustituto del Museo Regional de Arte Moderno (el MURAM) que se iba a ubicar en el Palacio de Aguirre y que encima pasa a llamarse MUCAM, siglas que adivinen de donde salen porque ni por lotería se corresponden con Museo de Arte Contemporáneo ni nada que se le parezca. Y a todo esto la colección Marifí Plazas Gal de arte moderno y contemporáneo en el aire, porque, aunque el Instituto Cervantes dice que se localiza en el inexistente MURAM, la única realidad es que su actual propietario-legatario, el viudo de Marifí, se está planteando muy mucho que la donación sea para Cartagena dados los más de diez años que lleva de retraso un espacio museístico donde ubicar la colección. Una irresponsabilidad más de la política local y regional.
De bofetadas se darían muchos museos, y no sólo españoles, por tener esos cuadros de Tápies, Canogar, Gordillo, Equipo Crónica… entre otros muchos, y, sin embargo, Cartagena vive ajena o de espaldas a la Cultura, que con dos o tres actuaciones se quedan la mar de anchos, y eso en años. Ahí está el dieciochesco Palacio de la viuda de Molina; su finalidad era convertirlo en Museo de la Semana Santa y, salvo alguna exposición temporal, está cerrado a cal y canto, habiendo sido restaurado hasta con el Plan Urban de la Unión Europea, que no fue precisamente cosa de dos euros.

Han desaparecido decenas de edificios del siglo XIX y primeras décadas del XX, concediéndose en su día (hasta el año 2000) licencias de obras a troche y moche ¿qué no se habrá hecho con los yacimientos arqueológicos en los que “sólo ven cuatro piedras”?

Podríamos decir aquello de Quo vadis Cartagena? para después soltar la lapidaria frase: Delenda es Carthago! porque, pese a sus casi tres mil años de Historia con todos los avatares sufridos, nada tan destructor como los políticos que nos han caído en suerte en estas últimas décadas.

La mayoría de calles de Cartagena que veréis en el siguiente video han desaparecido completamente -a pesar de que esa calificación de 1980 prohibía desfigurar el trazado urbano de la ciudad, amparándose en la Ley de Patrimonio-, y en las que quedan se han demolido edificios emblemáticos o se han destruido esos ricos yacimientos arqueológicos de los que antes hablaba… y los que se seguirán sepultando sobre toneladas de hormigón y ladrillos.

© P.F.Roldán

Cartagena:sus calles

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