30 de junio de 2008

la "roja"




Por unas horas nos hemos olvidado de las hipotecas que convierten ahora cada mes en una perpetua cuesta de enero; de la cesta de la compra que apenas si llenamos a la mitad con el mismo dinero que hace unos meses; de la huelga de transportes y de la subida del gasóleo. Por olvidarnos, lo hemos hecho hasta de que en Irak la gente se sigue matando diariamente; de que cada día, en África o en Asia, mueren miles de personas de hambre o a causa del VIH; de que los golfos de este país -hoy jubiloso en las calles- siguen haciéndose ricos, especulando con nuestra tierra en beneficio de los señores del ladrillo y el hormigón.

Por unas horas hemos soñado y nos hemos ilusionado con “la roja” (sí, hasta yo, que soy poco futbolero, me he sorprendido de repente ante el televisor oyéndome gritar eufórico “a por ellos”), confiando en que ese dream team de Luís Aragonés le ganara el partido a los alemanes y se trajera la copa de Europa a casa. Y lo han conseguido.
Pero, al desconectar la caja tonta, y aun feliz pero no alienado por el triunfo, he vuelto a la realidad y he sentido verdadera lástima por los que sienten que este triunfo les aúpa hasta los cielos del amor patrio como única meta cuando sus vidas transcurren con penurias para alcanzar a final de mes sin pedir un anticipo, sin sentirse ni medianamente afligidos porque en toda su vida ganarán lo que cada uno de estos campeones gana en un solo mes.

Mañana durará el festejo. La histeria colectiva en las plazas de Colón y Cibeles. Casi todas las cadenas de televisión y las emisoras de radio nos bombardearán, como la prensa escrita o la digital, con mil repeticiones del golazo de Torres o la cara de extasiado de Casillas levantando el trofeo. Con el abrazo más que efusivo del Rey a Iker, o las alabanzas a un seleccionador hasta hace un mes absolutamente cuestionado y vilipendiado por los enteradillos de turno.

La resaca vendrá el martes. Volveremos a nuestra vida de cada día como desde hace años. Seguiremos siendo una masa de mileuristas (los que lo sean, porque otros ni eso) que no podemos acceder a una vivienda digna; que se nos irá el verano y lo más seguro es que no hayamos ido más allá de la piscina municipal de nuestro pueblo; que en un pispás estará ahí la vuelta al cole y nos dejaremos un ojo de la cara –el otro ojo lo pone la consorte– en libros, uniformes y chándales (eso sí: les sugeriremos a las monjas y a la APA de turno que sean como los de la Selección, qué menos)…
¿Habrá quien sepa discernir esta noche y mañana, con los fastos, que puede sentirse ”muy español”, más que nadie, sólo por berrear “¡¡¡campeones!!! oe, oe, oe…” pero menos ciudadano de la España de todos los días si no se apea en horas de esta fugaz euforia?

Ya sé que soñar de vez en cuando y evadirse de la mediocre rutina en la que usualmente vivimos es de agradecer y, en este caso, que una Copa de Europa es una Copa de Europa; pero habrá quien se tire hablando de esto semanas, meses y hasta otros 44 años si fuera preciso, como si ellos hubieran sido los que han corrido, sudando la camiseta, durante 93 minutos por el césped del estadio vienés... sólo para evadirse y no pensar en su patética supervivencia.
Yo no soy menos español que ellos, así que los que ahora puedan insultarme con un “¡antipatriota!” no me ofenden, que ya se desdecirán cuando la adrenalina les vuelva a los niveles normales frente a la cruda realidad cotidiana…y si no les recomendaría ir a su médico porque, si no les baja, es que están enfermos...

© P.Fco.Roldán

Manolo Escobar:Y viva España

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