11 de abril de 2011

carta a mi blog

Querido blog,
sé que te tengo abandonado de nuevo, pero también sé que podrás disculparme porque no ignoras que no se trata de infidelidad sino de falta de tiempo material y que cuando me he puesto a escribirte en un rato que creía sólo mío, he tenido que interrumpir una vez y otra porque surgen cada día nuevas cosas que impiden detener, ni por una hora, el ritmo frenético del que ya te hablaba hace unos meses.

Es lo que nos suele suceder cuando sabemos de la incondicionalidad de los buenos amigos que siempre están ahí y a los que, aunque no veamos en mucho tiempo, parece que fue hace cuatro días la última vez., teniendo que decir –como fray Luis de León- aquello de “cómo decíamos ayer” porque no ha sido inconstancia, desidia ni ausencia voluntaria.

No eres el único al que he tenido dejado en estos últimos meses y tampoco puedo asegurarte que hasta que pase mayo no se repita… pero seguirás estando aquí. Otros, menos fieles que tú, se lo han tomado como un agravio, como un desprecio, y, si no andan sólo enfurruñados conmigo, hasta me han dado de lado, borrándome de las redes sociales, cuando ni puedo sacar unas migajas de minutos para mí.

Ha pasado la convocatoria de exámenes cuatrimestrales y no he podido presentarme a ninguno. Noches de dormir solamente tres o cuatro horas. No saber ni lo que es coger un libro en estos últimos meses, cuando era una costumbre diaria, que si paro un instante es para leer las noticias en los periódicos digitales, porque el resto del tiempo es sobre leyes, reglamentos, calendarios electorales… No sé en este tiempo lo que es escribir como lo hacía antes si no es para redactar estatutos, programas electorales, documentos, comunicados… Por no saber, ni sé qué emiten por televisión, aunque tampoco he estado pendiente de ella nunca más de lo estrictamente necesario, y sólo me resarzo escuchando algo de música -y no siempre si no logro concentrarme- mientras estoy inmerso entre toda esa maraña burocrática y yendo, si no, de un lado para otro.

Y es que cuando me metí en este jardín de la política, que más que jardín es una selva, no ignoré que sería duro al no ser -ni ganas de serlo- un político “profesional” sino un ciudadano corriente, cansado de promesas, chanchullos y mentiras, con ganas de luchar por lo que creo y trabajando por los demás, como me gustaría que los de siempre lo hubieran hecho por mí.
Y, aun sabiendo que sería duro y que me absorbería bastante, no imaginé que hasta estos extremos, y ya me conoces; que soy de los de poner toda la carne en el asador cuando la causa lo merece. Por eso, sé que me perdonarás estas ausencias inevitables y en las que todo es tan impredecible que en bastantes ocasiones porque, aunque lleves agenda, ignoras lo que podrás estar haciendo dentro de una hora cuando eres inexperto en esos líos de las campañas electorales y la burocracia que conllevan sus prolegómenos.

Hoy he encontrado este pequeño hueco para decirte que te echo de menos; que, aunque lo sabes, nunca está de más decirlo; que algún día te contaré muchas de las cosas que están sucediendo en estos meses y cuánto se aprende, sobre todo a nivel humano. Es lo que tiene estar cercano a las personas; escucharlas; ponerte en su piel y saber, ante todo, que ellas son lo más importante y por quienes te has metido en este berenjenal. Lo de vender humo, o agua en garbillo -como suele decir un buen amigo-, se lo dejaremos a otros que ya tienen experiencia en cómo hacerlo muy bien para secuestrar nuestros votos durante cuatro años.

Hasta el 23 de mayo, “el día después”, no puedo asegurarte que tengamos ocasión de reencontrarnos, pero te diré un hasta luego en vez de hasta pronto… por si acaso. Sé que, cómplice, me esperarás.

© P.F.Roldán

Cantar mi historia:La Musicalité

1 comentario:

Anónimo dijo...

mucha suerte con tu proyecto.
saludos desde león