2 de junio de 2009

por liquidación de temporada...





Se ha cumplido una etapa. Como antaño ciertos periódicos y revistas, aún no sé si habrá una segunda o tercera época de “La Mirada Compartida”. De momento, ésta primera ha llegado a su término y a pesar de que muchas cosas han quedado por decirse, porque siempre hay algo sobre lo que hablar; algo que contar; algo que compartir…
Género, sin duda, queda bastante en la trastienda y por lo único que lo siento es porque sé que hay incondicionales que siempre han esperado algo nuevo, algo más, cuando he estado sin explayarme una temporada… y últimamente no es que me haya prodigado mucho, la verdad, y alguna regañina me he ganado, pero ha sido y es porque tengo la cabeza y el corazón, y por tanto la voluntad, en otro sitio.

Y ese lugar en el que sigo estando, porque, al contrario de uno de los títulos de Leavitt, es un lugar en el que sí estuve, estoy y quiero seguir permaneciendo -y perteneciendo a él-, me lleva a centrarme más en otras cosas y cerrar esta etapa para ir dando cancha a lo que, poco a poco, se ha ido abriendo ante y dentro de mí. Y no es que haya incompatibilidad en principio, sino que –a la vista de esa escasa prodigalidad en los últimos tres meses (abril, por ejemplo, se quedó en blanco)- me doy cuenta de que deseo y necesito dedicarme más a esa otra parte de mi vida que estar pendiente de si hace tanto o cuánto que no escribo nada por aquí.

No dudo de lo que va a costarme no soltar alguna de estas parrafadas en alguna ocasión porque mi cabeza siempre es como un hervidero, pero, por otra parte, cuando se empieza a tomar según qué cosas casi como una obligación se puede caer en la falta de espontaneidad, y esto conducirnos a escribir de relleno “por cumplir”. No voy a negar tampoco que puede darme un día la ventolera y colgar por aquí algo de lo que escribo, porque escribir sigo escribiendo y mucho; pero al igual que no lo niego tampoco lo aseguro. Lleva su tiempo encontrar una foto adecuada para el texto o buscar la música apropiada para ese texto o para la fotografía que lo encabeza… Y, como ya he dicho más de una vez, no creo en el tiempo como unidad de medida sino como un totum revolutum, ese cajón de sastre que es la vida de cada día y en el que podemos encontrar de todo, desde lo más inimaginable a lo más esperado… y, entre lo menos sospechado, tal vez un pequeño tesoro ante el que detenerse y disfrutarlo sin que nada nos distraiga. O que lo que nos distraiga sea tan inesperado como él.

Nunca me ha gustado la palabra “adiós”, incluso aunque intuya muchas veces que al decir “hasta luego”, que lo prefiero, es más que improbable que se dé el reencuentro en ese luego que indica una cierta inmediatez. Pero, quién puede predecir nada… La edad vivida me ha enseñado que el digo de ayer puede convertirse mañana en diego; que nada hay eterno; que los deseos de hoy pueden ser humo cuando menos lo esperamos… Sin embargo, también he aprendido que hay que vivir intensamente cuanto nos llega y mientras dure; que eso nos puede transformar bastantes hábitos y a pesar de que no se nos comprenda; que hasta la geografía se queda pequeña, casi reducida a un atlas escolar, en el que las fronteras, como cantaba Rosa León, se reducen a puntos y rayas; o al “no soy de aquí, ni soy de allá” de Facundo Cabral… y aunque, posiblemente, un día tuviéramos que recordar el tango “Volver”… Pero, hoy es hoy mirando a mañana, y mañana a pasado mañana, no a dentro de veinte años.

No voy a ahondar ni abundar en explicaciones para tratar de ser entendido. Cuantos me conocen o han leído los 170 comentarios de este blog saben o pueden deducir que si algo me perturba es el inmovilismo, el acomodarme o atarme a lo material que haya podido conseguir hasta el día de hoy, el detener el ansia de vivir por miedo a lo desconocido… Ya era así cuando me fui durante seis meses a Méjico a los 22, cuando a los 28 decidí vivir veintitrés años en Valencia, o cuando regresé aquí hace cinco y medio… y sigo siendo el mismo treinta y cuatro años después de aquella primera vez. Nada me detiene cuando creo en lo que hago, y asumo las consecuencias de mis decisiones para bien y para mal, sin sentir jamás nostalgia o arrepentimiento según el caso.

Y no sé todavía cuándo daré el gran salto –no miro calendarios por esa misma aversión al tiempo encerrado en cuadrículas o relojes-, pero me voy preparando para darlo… y me da lo mismo que abajo no haya red…

© P.F.Roldán

Joan Manuel Serrat:Vagabundear

No hay comentarios: