17 de junio de 2009

el mundo gira (2)

Valga el post anterior, con la letra de la canción de Jimmy Fontana, como anticipo de éste y como nuevo punto de partida, porque al final, y por mucho que queramos o lo pretendamos, el mundo no se detiene fuera de nosotros. No es un autobús del que podamos apearnos en cualquier parada, sino un viaje que sólo acabará cuando nos llegue la impredecible hora de que siga sin nosotros.

Hablé un día de las espirales y sus centros. Lo convenientes que nos resultan en esas temporadas en las que nos cuesta y necesitamos discernir qué es lo mejor para nosotros, hechos un lío o, por el contrario, desapegados de lo que nos es ajeno. De lo fácil que es sustraerse al exterior y hasta lo cómodo que resulta ese vivir ajeno a casi todo; pero al final te das cuenta de que sólo es válido para una temporada de introspección, y que plantearse una vida propia ignorando todo lo demás llega a ser hasta insano.

Sin tener que ser gregarios, somos seres sociales a pesar de que a veces tratemos de soslayar o desdeñemos lo que sucede cada día, como si no fuera con nosotros; pero nos atañe y nos afecta aunque sea en mayor o menor medida según cada uno y cada acontecimiento. Sólo aquellos que viven contemplándose el ombligo continuamente –algo que he tratado de hacer en estas dos semanas y no he podido- pueden vivir en un seudo limbo de aparente tranquilidad. Pero, sin embargo, creo que cuando se quedan a solas con ellos mismos cada noche el mundo interior se los reconcome. Lo he experimentado en carne propia. Aquello que trataba de convertir en el centro de cada día no era lo suficiente para encontrar una satisfacción que no se acabara quedando tan exigua que me pareciera al final insustancial.

Y es que no podemos circunscribir la vida a nuestro día a día sólo a lo personal cuando alrededor no dejan de pasar cosas. Uno acaba dándose cuenta del empobrecimiento que se produce cuando nos limitamos de esa manera, dentro de una campana de cristal donde nada nos salpica, inmersos en una alegría -más bien aparente-, y que al final es como una cárcel, al principio incluso dorada pero después cárcel a fin de cuentas, porque no deja de ser un sometimiento, inconscientemente solapado, que puede hacernos repetir viejos hábitos y caer en errores ya superados.

La búsqueda del sosiego y de la paz interior, no tiene caminos en ningún mapa y cuando voluntariamente nos quedamos en nuestro propio terreno, que no deja de ser una tierra de nadie a pesar de que intentemos convencernos de lo contrario diciéndonos que “es nuestra vida”, “ya es hora de que piense en mí”,… nos dejamos absorber por una especie de inercia, en la que se espera que todo lo demás ruede por sí solo y sin nosotros, lo que no deja de ser un autoengaño porque se acaba cayendo en un estado de inacción al ceñirnos a esperar ciertos acontecimientos en el que encontraremos una mínima parte de esa felicidad ansiada.

Nada es incompatible aunque nos obcequemos en cosas concretas que terminan por empequeñecernos al dejar a un lado todo lo demás. Que como bien dice el refrán “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”. Y si todos los que nos sentimos implicados en algo más allá de nosotros abandonáramos, ni grano, ni granero, y como consecuencia la ruina del molinero.

Al que no se le pase por la cabeza lo de tomarse un tiempo sabático que tire la primera piedra; pero algunos llevamos un estigma en los genes que no podemos obviar y que se acaba revolviendo dentro de nosotros para que volvamos a tomar conciencia de que, poco o mucho, hacemos lo que está en nuestras manos y que eso es lo que le da auténtico sentido a nuestro cada día, sin que entre en contradicción con todo lo demás que nos corre por dentro, por íntimo que sea; por importante que nos parezca.

Ya anticipé el día 2 que tal vez me costara sustraerme a dejar dormido esto. Y si encima los acontecimientos de estas dos semanas me han revuelto a extremos que no sospechaba, y aunque no haya renunciado al gran salto del que hablé, pues con mayor motivo volver a retomarlo, que si dije que mi cabeza era un hervidero, ahora la siento como una olla a presión a punto de saltar por los aires.

¿Contradicción? Más bien creo que debemos experimentar unas cosas para encontrar sentido a otras. Lo nefasto es dejarse caer en una dinámica que no nos llena ni nos lleva a ninguna parte y no ser capaces de superarla. Lo que no significa renunciar a todo lo demás.

© P.F.Roldán

Rosana:Aprendí

No hay comentarios: