27 de junio de 2008

desde el caos


Dice el Antiguo Testamento que Dios creó el mundo desde el caos.

No se trata de polemizar sobre creencias, sino del por qué de la creación desde la perspectiva caótica de las cosas.

Dicen que (sé que me dejaré a muchos) Goya, Beetthoven, Poe, Van Gogh, Baudelaire, Tchaikovsky, Miguel Ángel... y hasta Perrault y los Grimm en sus cuentos (que no están escritos tal y como los oímos de niños), por no citar a cineastas –como Pasolini–, se inmortalizaron desde que conocieron el sufrimiento, y desde ese conocimiento plasmaron su genio creativo. Hasta una sangrienta y caótica revolución como la francesa fue la génesis de los Derechos del Hombre.

Sí. Es indudable, por puro empirismo, que lo realmente original en su creación proviene del caos, interior o exterior... O se corre el riesgo de que quien intenta crear nos edulcore los sentidos, como Reynolds o Murillo, con estampitas de colorido costumbrista, que aunque también sean bellas, no dejan de ser insustanciales. Y la vida, como dice mi adorada Fangoria –qué pesao siempre con “mi” Olvido–, no siempre hay que empeñarse en verla color de rosa.

El demonizado, occidentalmente, negro existe y hasta es bello e incluso se le considera elegante para momentos concretos... Y del negro –y gracias a que él existe– al blanco, todos los matices de grises.

Pero, aunque se crea desde el caos, desde el horrible vacío que aparenta representar la nada en sí, la creación contiene una gran hermosura. Fuera Dios o el Big Bang y la posterior evolución, el universo encierra tanta belleza en cada cosa que vemos y no vemos... (está floreciendo –azul violáceo– mi plumbago, que me alegra los ojos cada mañana cuando le descubro un brote nuevo) sean los mares, la luna llena, el arco iris tras la lluvia, un cristal de cuarzo, las flores de los naranjos o de los almendros, los corazones de los hombres, el ADN, un átomo, la gestación de un niño o la lejana Vía Láctea, que nos asombra deslumbrante como a principios de agosto la lluvia de las Perséidas fugaces, con las que jugamos pidiéndoles deseos...

Desde la tristeza, el insomnio, la locura, el desencanto, la enfermedad, el desamor, la melancolía... desde todo aquello que nos desagrada como humanos, crecen esas flores raras que no son de un día y que perduran a través de los años, de los siglos porque alguien imprimió en ellas todo lo que su corazón sentía en un amargo momento... Por eso los auténticos genios creadores son pocos; porque a todos los demás nos da terror ese sufrimiento que llevó a aquellos a dejarnos la inmortalidad de sus obras...

Y seguro que no fue ese su ánimo: el de una tortura permanente, un caos en todo momento. Si a los Desastres de la Guerra contraponemos sus tapices; si a la 9ª sinfonía le oponemos sus cuartetos para violín y piano; si al Juicio Final le encaramos el David; si la Noche estrellada la confrontamos con Los Girasoles; o a la Patética el Cascanueces... veremos que un artista lo es desde la plenitud de la Vida, desde la deslumbrante luz a las sombras más tenebrosas... Porque, como la luna que nos enseña su plateada cara que nos esconde en su eterno rotar durante días porque tiene su lado oscuro y oculto, estamos hechos de continuos contraluces como un eclipse que no niega la existencia del sol. Pero, ay, qué poco nos gustan las sombras a los hombres contemporáneos a los que nos horroriza el menor dolor –aunque sea de muelas– y pensamos tan sólo en comer, dormir, follar, trabajar para poseer más, tener más y más amigos –que suelen no serlo en la mayoría de las ocasiones– por miedo a la soledad... y todo lo creemos basado en encontrar nuestra otra mitad como finalidad, porque nos sentimos incapaces de asumirnos como un todo que, incompleto, como un puzzle inacabado, se va construyendo con una paciencia y una constancia que nos faltan en un mundo de prisas...

Todo tiene un por qué y ahí es donde hay que buscar el sentido de las cosas. Que un momento de infelicidad, por eterno que parezca, no significa el infierno que nos imbuyeron, aunque lo imite. Que del dolor también se aprende... Y sufrir, las más de las veces, sólo es el arma que se nos presta para que podamos mostrar con el corazón la parte sombría de la vida, no exenta de su propia armonía... Y entonces de la sombra se hace la luz, y de la desesperanza la alegría, y del desorden interior la belleza... Y nunca faltará quien sepa apreciarlo y, de esa complicidad entre creador y espectador, en la mirada compartida más allá del sentido de la vista, surgirá un amor distinto a todos, tan diferente que estará por encima de todas las cosas… aunque entre ambos hayan transcurrido años y hasta siglos porque en el principio fue el caos y el tiempo lo inventaron los hombres mediocres para medir la vida en su afán de controlarlo todo, enmendando a los dioses. ¿Acaso no mató Zeus a Cronos? El tiempo vuelve a devorar a sus propios hijos y Rea llora, clamando por otra imposible e inútil venganza porque el hombre ya no puede liberarse del monstruo que alumbró, huyendo temeroso del caos.

Quien no es capaz de crear desde él nunca podrá hacerlo desde una idílica armonía, como el que nunca será capaz de hacer nada grande si antes no lo fue para hacer lo pequeño. ¿Quién podría valorar con justicia una sonrisa si nunca supo lo que es una lágrima?


© P.Fco.Roldán

Counting Crows:Colorblind

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu comentario no está suprimido, sino guardado... como se guardaban aquellos pequeños tesoros de infancia, enterrados a la vista de todos y que disfrutábamos cuando nadie nos veía.
Me ha podido la timidez para exhibirlo a quien se le ocurra entrar por aquí; porque, aunque la intención del blog sea un compartir miradas, lo que dices en él es tan hermoso y personal que, además de desear disfrutarlo a solas, habría sido tal vez un alarde de soberbia o de vanidad dejarlo expuesto.
Cada día espero encontrarme conque has escrito algo nuevo en tu blog -como lo que te he leído hace un rato- porque me haces ver la vida desde otra perspectiva.
Gracias una vez más.